Databa del siglo XVI, en 1522, cuando un grupo de burgaleses funda en Sevilla una hermandad con el fin de dar culto a la Inmaculada Concepción, a cuyo fin consagran una capilla en el convento de San Francisco, Casa Grande de Sevilla.
La corporación tuvo dos imágenes de la Inmaculada y otra con el Santo Cristo de Burgos, corporación llamada popularmente como la de ‘Los burgaleses’. Durante el siguiente siglo, con la corporación todavía en el convento de San Francisco, dotó a los titulares en tres retablos: el Cristo de Burgos y María Santísima de la Concepción en lado, y una talla de la Inmaculada en el centro del templo.
Por otra parte, en el siglo XVII, en la parroquia de San Ildefonso, en 1676, existe una hermandad bajo el nombre del Cristo de Burgos en el citado templo. Década y media después, en 1691, adquiere de la hermandad sacramental de dicha parroquia un sitio para la ampliación de su capilla. Durante este periodo coincide con la cofradía de “Las Tres Negaciones y Lágrimas del Príncipe de los Apóstoles Señor San Pedro y María Santísima Nuestra Señora de Guadalupe” en San Ildefonso, si bien no existe vinculación ninguna entre ellas.
Posteriormente, la hermandad se titula como Santo Cristo de Burgos y María Santísima Concepción, dando culto por la renovación de la capilla y estrena un nuevo retablo para dar cobijo a los titulares.
La vinculación, ya sea de otras corporaciones o la de San Pedro, durante los siglos, ha mantenido unión con la Inmaculada Concepción, teniendo como titular de esta advocación tan unida y la ciudad de Sevilla.
Es por ello que el besamanos a Madre de Dios de la Palma es celebrado el 8 de diciembre por la fiesta de la Inmaculada.
