El pasado 14 de septiembre, fiesta de la Santísima Cruz, una amplia representación de la hermandad estuvo presente y participó en la procesión del Santísimo Cristo de Burgos, un día importante para los burgaleses, en el que la ciudad rinde honores al Santo Cristo en la Catedral y por las calles de la localidad, a las que esta corporación acude tradicionalmente.
El día antes, el 13, fuimos recibidos por la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores, de la parroquia de San Gil, encabezada por su prior Luis Manuel Isasi y gran parte de su junta de gobierno. Nuestra corporación, en gesto de gratitud, obsequió con una copia enmarcada de la acuarela que el Ayuntamiento de Sevilla, entregó a la hermandad con ocasión de la concesión de la medalla de la ciudad. Posteriormente, se giró una visita nocturna por la parroquia de San Gil Abad y a los sagrados titulares, contando con la apasionada y dinámica disertación de D. Enrique Julián Ybáñez Vallejo, cura párroco de la misma.
Hasta finales del siglo XIX, en 1873, este era el día más importante de Burgos, la fiesta grande, que el Ayuntamiento trasladó a finales de junio, coincidiendo con la onomástica de San Pedro y San Pablo, donde se celebran actos populares, festejos taurinos y fuegos artificiales.
Historia
Un grupo de burgaleses fundó en 1522 una hermandad en Sevilla para dar culto a la Inmaculada Concepción, a cuyo fin consagran una capilla en el convento de San Francisco, Casa Grande de Sevilla. La corporación llega a tener dos imágenes, la Inmaculada y otra del Cristo de Burgos.
Más tarde, en 1676, existe una hermandad del Cristo de Burgos en San Ildefonso, adquiriendo en 1691 el carácter sacramental. En este templo llegan a coincidir con las hermandades de Las Tres Negaciones y Lágrimas del Príncipe de los Apóstoles Señor San Pedro y María Santísima Nuestra Señora de Guadalupe.
Ya en el siglo XVII, la hermandad se titula Santo Cristo de Burgos y María Santísima de la Concepción. Adentrados en el XIX, en 1809, se organiza una procesión de rogativas por los sucesos de la guerra con los franceses, llevando a la Catedral la imagen del Santísimo Cristo de Burgos que mandara tallar Don Juan de Castañeda, de la collación de San Pedro.
En el año 1888 los cofrades de la hermandad del Buen Fin de San Antonio de Padua, al serles negada por la autoridad eclesiástica la posibilidad de continuar haciendo estación de penitencia desde el convento de San Antonio se trasladan a San Pedro y adoptan al crucificado que existía en la citada parroquia con la advocación de “Cristo de Burgos” como, titular de la cofradía, al no poder traer sus propias imágenes que quedan en el convento de San Antonio. Realizan su primera estación de penitencia desde esta parroquia el Miércoles Santo del año 1889.
De esta fecha de 1883, pues, arrancan las primeras reglas de la hermandad, que recogerán la titularidad del Santísimo Cristo de Burgos y de Madre de Dios de la Palma en 1888; reglas que la hermandad conserva con el primitivo escudo de la hermandad sobre pastas de terciopelo morado.
Se da la circunstancia que cuando, resueltas las diferencias con la comunidad franciscana del barrio de San Lorenzo, no podrán hacer uso de estas reglas, y se verán en la obligación de someter otras nuevas a la Autoridad eclesiástica.
Salvadas, pues, las dificultades que provocaron el traslado, en el año 1909, los cofrades de la hermandad del Buen Fin retornan a San Antonio de Padua, donde volverán a dar culto a las imágenes de sus titulares; por el contrario, la hermandad del Cristo de Burgos continuó realizando, ya de manera ininterrumpida hasta nuestros días la estación de penitencia desde la parroquia de San Pedro, si bien sigue ostentando el título “Santo Sudario”, originario de la hermandad de Buen Fin, hasta el año de 1927 en el que lo perdería a favor de los cofrades de San Antonio. Se conservan igualmente unas reglas de la hermandad de 1930.